Economía
Gestión libertaria

Dos Argentinas: una viaja al exterior, la otra no llega a fin de mes

Un informe de Moiguer revela el nuevo mapa del consumo: bienes importados y turismo en alza, mientras cae la compra de alimentos y productos básicos.

Nazareno Napal
25/06/2025
Dos Argentinas: una viaja al exterior, la otra no llega a fin de mes

Salir a comer, comprar electrónica de alta gama, reservar vuelos al exterior o aprovechar promociones en el Hot Sale. Para una parte de los argentinos, el consumo volvió con fuerza y se sostiene con un tipo de cambio favorable y salarios ligados al dólar. Para el resto, sin embargo, la escena es muy distinta: deudas acumuladas, recorte de gastos esenciales, y un aguinaldo que apenas alcanza para cubrir necesidades básicas como alimentos, servicios o educación.

La recuperación que muestran ciertos indicadores económicos (como un crecimiento interanual del 5,8%), no alcanza a todos por igual. De hecho, esconde una paradoja inquietante: mientras el consumo de bienes durables, turismo internacional e importaciones personales crece a ritmo acelerado, el consumo masivo cae a niveles preocupantes, con rubros clave como alimentos, bebidas y medicamentos marcando retrocesos consecutivos.

Un informe de la consultora Moiguer y Asociados los deja en evidencia: el 50% de la población no llega a fin de mes, y un 30% resigna gastos para poder pagar tarifas que se dispararon desde el “sinceramiento” impulsado por el Gobierno (tarifazos que poco hicieron para mejorar o los servicio o como mínimo minimizar los cortes). En paralelo, un 23% de los encuestados compra dólares, y un 11% consume activamente en plataformas del exterior. Esos dos últimos grupos (claramente minoritarios) explican buena parte del repunte que registran las estadísticas oficiales.

Mayo fue un mes elocuente: los patentamientos de autos crecieron un 94% interanual, el turismo emisivo aumentó 80%, las importaciones de bienes subieron un 60%, y las ventas en eventos de comercio electrónico como el Hot Sale treparon un 9%. En cambio, las ventas en alimentos y bebidas cayeron un 7,6%, las de productos de farmacia un 1,5% y las de calzado un 0,5%, según datos de la CAME.

El CEO de la consultora, Fernando Moiguer, lo resumió con una frase tan precisa como cruda: “La clase alta logra ampliar sus consumos porque sus sueldos crecen en dólares. Los sectores medios y bajos en cambio, están atrapados en la lógica de las tarifas”.

El contraste se vuelve aún más notorio si se considera el reciente impacto del tarifazo. Una familia tipo en la Ciudad de Buenos Aires que en noviembre de 2023 pagaba $20.000 mensuales por el servicio de gas, hoy debe afrontar facturas de $200.000. En el caso del agua y las cloacas, la suba acumulada supera incluso esa cifra. Así, gran parte de los hogares termina utilizando el aguinaldo no para descansar o invertir, sino para evitar el corte de servicios o reponer lo básico en la despensa.

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Ese patrón también desafía el relato oficial. El Gobierno celebra el freno a la inflación, pero la desaceleración llega acompañada de una fuerte contracción del consumo popular. Productos como la leche, la carne o la yerba mate (íconos del consumo doméstico), registran sus niveles más bajos en décadas. En cambio, aumentan las compras en el exterior, los gastos con tarjeta en dólares y los viajes a destinos como Miami, Brasil o Chile.

Es un doble filo para la estrategia libertaria. Mientras se alientan programas de blanqueo para que ingresen dólares al sistema, quienes los tienen prefieren gastarlos fuera del país. Y aunque estas operaciones sostienen algunos índices positivos, terminan por desnudar una verdad incómoda: el rebote económico no es generalizado, sino profundamente segmentado. 

Lejos de un escenario de estabilización equitativa, lo que se consolida es un modelo de consumo en dos velocidades. Uno atado al dólar, con margen para disfrutar. Otro que apenas sobrevive, con el cinturón cada vez más ajustado. Ambos conviven en una misma Argentina. Pero cada vez más lejos uno del otro.

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