Tras 55 días en terapia intensiva, reapareció Pablo Grillo: El periodista herido por la represión
Su recuperación avanza, pero el reclamo de justicia sigue vigente ante el silencio y la estigmatización del Gobierno.

Después de casi dos meses internado en terapia intensiva, el fotógrafo Pablo Grillo volvió a asomarse al mundo. Lo hizo desde una terraza del Hospital Ramos Mejía, donde continúa su recuperación tras haber sido brutalmente atacado por un efectivo de Gendarmería Nacional durante la represión frente al Congreso del pasado 12 de marzo. Ese día, mientras cubría la tradicional marcha de los miércoles en defensa de los jubilados, recibió el impacto de un cartucho de gas lacrimógeno que le causó un traumatismo de cráneo grave, múltiples fracturas y pérdida de masa encefálica.
“No fue a hacerse ningún estudio ni chequeo, salió a disfrutar un poco de aire fresco y recorrer los balcones del hospital Ramos Mejía. La alegría es total. El agradecimiento es eterno. Vamos Pablo que cada vez falta menos”, expresaron sus allegados a través de redes sociales, donde compartieron imágenes del emotivo momento. En las fotos se lo puede ver junto a dos enfermeros, saludando con una sonrisa y llevando un gorro del club Independiente, del cual es hincha.
La salida al aire libre de Grillo representa un avance significativo en su evolución médica. En los últimos días fue sometido a una intervención quirúrgica endoscópica, realizada a través de las vías nasales, que permitió aliviar la presión intracraneal provocada por la lesión en su rostro. Según informaron los médicos, la operación fue exitosa, aunque su estado continúa siendo delicado y se prevén nuevos controles, como punciones lumbares, para monitorear su evolución.
El caso de Grillo no es solo una historia de recuperación física. Es, ante todo, un símbolo de la violencia institucional ejercida por el Estado bajo la conducción de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Lejos de expresar arrepentimiento o preocupación, desde el Gobierno nacional se intentó justificar el accionar represivo y, al mismo tiempo, estigmatizar al fotógrafo, acusándolo de “militante kirchnerista”, como si eso justificara la brutal agresión. En lugar de una autocrítica, se promovió una narrativa que responsabiliza a la víctima por estar presente en una protesta legítima.
La causa judicial continúa abierta en el Juzgado Federal N.º 1, a cargo de la jueza María Servini, y busca esclarecer responsabilidades en un operativo que no solo reprimió a manifestantes y jubilados, sino que atentó directamente contra el derecho a informar. El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y otras organizaciones de derechos humanos acompañan a la familia de Grillo en el reclamo por justicia. El ataque del 12 de marzo no fue un hecho aislado, sino parte de una política sistemática de represión y criminalización de la protesta social.
Mientras tanto, la imagen de Pablo, saludando desde el balcón del hospital, es también una imagen de resistencia. De un cuerpo que pelea por rehacerse, y de una sociedad que no olvida. ¿Hasta cuándo se tolerará el silencio oficial frente a semejante atropello?