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Una SAD encubierta, una empresa que se borró y los socios en el medio

El Club Loma Negra afronta una situación difícil y corre el riesgo de cerrar sus puertas.

Octavio del Real
29/04/2025
Una SAD encubierta, una empresa que se borró y los socios en el medio

Lejos quedaron aquellos años en que el Club Loma Negra, de la localidad que lleva el mismo nombre en el partido de Olavarría, se codeaba con los grandes y hacía historia quitándole el invicto a la Selección de la URSS.

La firma cementera que hizo crecer Amalita Fortabat en los 80, fue partícipe necesaria del crecimiento exponencial del club de la pequeña localidad y, con los años, fue también la garante de la supervivencia de una entidad a la que asisten, al menos, 500 socios a distintas actividades y que es parte de la vida social del pueblo.

Pero una empresa es eso. Y el cambio de manos llevó a que Loma Negra Ciasa se desligue de financiar las actividades y los sueldos de la institución deportiva durante décadas. Los capitales brasileros que la adquirieron demostraron su desinterés por continuar brindando la ayuda y, tras ello, comenzaron los problemas.

La relación entre la fábrica y el club terminó. Cinco empleados fueron despedidos: tres de ellos, profesores de tenis y fútbol, arreglaron su indemnización. Sin embargo, los otros dos iniciaron acciones contra Loma Negra, el club, y la Justicia falló a favor de los trabajadores, condenando a la entidad a abonar un monto total de 800 millones de pesos.

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Aunque el Tribunal de Trabajo de Olavarría tuvo un accionar particular, dado que para dos causas similares dictaminó de forma diferente (en una, la firma cementera fue incluida como responsable solidaria, y en otra no), la cuestión de fondo es el destino de los clubes sociales cuando el capital privado desaparece.

Actualmente, por la decisión judicial y el retiro de Loma Negra Ciasa, un club al que asiste alrededor del 10 por ciento de la localidad en la que está instalado, corre el riesgo de cerrar sus puertas.

En tiempos en los que están en boga los promotores de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) prometiendo la gloria y los títulos, seduciendo a los socios con una infraestructura mejor o la llegada de jugadores de elite, el lado B nunca está sobre la mesa. Cuando el negocio deja de serlo o ya no rinde tanto, los capitales se van para otro lado. 

En el medio quedan los socios, que no van a dudar de poner el pecho para salir de cuanta crisis aparezca. De hecho lo hacen y llevan adelante asambleas y golpean puertas para evitar el cierre. El propio intendente de Olavarría, Maximiliano Wesner, que asistió a una de las reuniones, adelantó que habrá apoyo municipal al club.

Pero, a veces, la voluntad y el amor por los colores no alcanzan. Loma Negra no está (o estaba) conformada como una SAD, pero funcionaba como tal. El club le da vida a un pueblo, es punto de encuentro social, como tantos otros a lo largo de la provincia de Buenos Aires y del país.

Un día, la empresa decidió irse, quedando la institución a la buena de Dios, en épocas en las que mantenerse cuesta el doble. ¿Ese modelo se promociona como la solución a los problemas de los clubes? 

 

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