Quién es Eduardo Elsztain, el empresario con más influencia en Milei

El militante del Frente Renovador desentraña quién es Eduardo Elzstain, uno de los dueños de Argentina, y cuáles son sus vínculos con el presidente Javier Milei.

Andrea Lazaro
07/03/2025
Quién es Eduardo Elsztain, el empresario con más influencia en Milei

Las concepciones populares son algo divertido de analizar e incluso de estudiar. ¿Qué piensa ese tan ponderado colectivo al que le decimos “la gente”? ¿Cómo piensa? ¿Por qué piensa lo que piensa?, son preguntas dignas de los eruditos de la filosofía, sociología, antropología o incluso psicología, y con las que podríamos reflexionar por horas. Pero en la realidad lo vemos de maneras mucho más comunes así que, como decía Napoleón, un ejemplo lo aclara todo: ¿Quién pensás que es el dueño de la Argentina? Pensalo.

Seguramente a la mayoría de “la gente” le viene a la cabeza la imagen de un político de su desagrado, y acá ya tenemos el ejemplo: Un gorila te va a decir que la dueña del país es Cristina, y un peronista te puede llegar a nombrar a Macri. Capaz uno más despierto te tira un “Benetton” o “Lewis”, pero no mucho más allá.

Es una concepción largamente difundida que los políticos son el máximo escalafón en niveles de poder, pero vos y yo sabemos que no es así. Desde ya son poderosos, mucho más que cualquiera que lea u oiga esto, pero comparados con el sujeto de ésta nota son giles que ponen la firma (y la jeta).

Así inició su columna en el programa CódigoBAIRES, Fausto Frau, que en la siguiente nota se mete en la intimidad del empresario, su historia, sus vínculos con el judaísmo, la explotación de menores, y por su puesto, los negocios y el poder.

Si uno decide evitar el contacto humano y preguntarle a Google quién es el dueño de la Argentina, el motor de búsqueda no da muchas vueltas y te muestra la foto, el nombre y el apellido:

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A diferencia de Yabrán, otro “empresaurio” como hubiera dicho el Milei de 2018, de Elsztain se tienen muchas fotos y viene haciendo negocios con el Estado hace mucho. Eduardo Elzstain es el empresario inmobiliario de la Argentina: preside IRSA, la empresa inmobiliaria más grande del país, el Banco Hipotecario, Cresud, una agropecuaria, y Austral Gold, una minera. Es dueño, por ejemplo, del Abasto Shopping, Alto Palermo, DOT Baires, Patio Bullrich, del infame Hotel Libertador y del Llao Llao.

Elzstain tiene 65 años, proviene de una familia judía: su abuelo llegó de Polonia en los años 40 y se estableció en Formosa, desde donde envió a sus hijos -uno de ellos el padre de Eduardo- a un internado en Buenos Aires. Con el correr de los años su abuelo incursionó en el mundo inmobiliario, fundó IRSA y llegó a tener sus oficinas en lo que hoy es el famoso restaurante que está frente al Cabildo. 

Sí, no sé qué les extraña, estamos hablando de otro más que llegó donde llegó gracias a ser el hijo de (nieto de, para ser más específicos). Al crecer, Eduardo estudió en el Nacional Buenos Aires, hizo un año de colimba y otro lo pasó en la Escuela de Liderazgo de Jerusalén y, como Santiago Caputo, estudió dos carreras y no las terminó: medicina y economía, ambas en la UBA.

Como es notorio, Elsztain es judío, y rige su vida religiosa y empresarial bajo el concepto de “tikun olam”, que significa “tomar un compromiso para crear una sociedad más justa, igualitaria y sostenible para todas las personas”. Se ve que tener prácticamente un monopolio en los shoppings de la capital y usar tu hotel como centro de negocios prebendarios es “igualitario” y “sostenible” según la interpretación que hace Elsztain del judaísmo. 

Casualmente, Eduardo es quien introduce al Presidente de la Nación a todas esas sectas judías en las que se metió. Sí, las relacionadas al Rebe Lubavitch, esas que tenían túneles secretos que corrían por debajo de Nueva York en los que se encontraron colchones y ropa de niños, pero bueno, como dice Maslatón “en este país es todo una joda”.

Ahora bien, la incursión de Elzstain en los negocios no viene solo de la mano de la familia sino también de la religión: sus vínculos en la colectividad judía le permitieron conocer a muchas personas y tejer incontables alianzas, dentro de las cuales podemos contar a Marcelo Mindlin, a Edgar Bronfman y a nada más ni nada menos que George Soros, el magnate de las inversiones turbias.

Con Mindlin se alió en un primer momento para comprar la empresa familiar en 1991, que contaba con un capital total de 100.000 pesos. A partir de ahí fue todo a flote e IRSA creció para ser tal y como la conocemos: la dueña de los shoppings más importantes del país, de hoteles, countries, estadios, barrios enteros, etc.

En el medio, contó con la inversión de Soros y Bronfman, un empresario que condujo Seagram a ser la mayor dueña de bebidas alcohólicas del mundo en los años 90, y que en paralelo fue un militante activo del sionismo, llegando a ser presidente del Consejo Judío Mundial, donde Eduardo llegó a ser tesorero. Con Mindlin y con Soros no terminó muy bien, a tal punto que con el primero protagonizó un “divorcio” financiero en 2003, hecho que derivó en que Elsztain sea un magnate de los ladrillos y Marcelo un magnate de las empresas energéticas, siendo catalogada como una de las sociedades más fructíferas del menemismo. Se volvieron a cruzar cuando aparecieron ambos en los Panamá Papers, en 2017. 

En su haber, tiene a IRSA, la única inmobiliaria del país que cotiza en la bolsa de Nueva York, a Cresud, una empresa agropecuaria que cuenta con miles de hectáreas e instalaciones a lo largo de Argentina, Brasil, Bolivia y Paraguay (aproximadamente 850.000 hectáreas) y que introdujo la soja transgénica y el alimento para vacas a base de maíz. 

Seguimos con el Banco Hipotecario, que fue privatizado en medio de un escándalo de corrupción en 1997, con Austral Gold, Challenger Gold (adquirida hace un mes) y un puñado de mineras más, y terminamos con Endeavor, una empresa que actúa de facto como think tank para reclutar empresarios y políticos que estén interesados en seguir vendiendo el país. Si prestamos atención y tenemos en cuenta que la carrera empresarial de Eduardo empieza hace 34 años, nos damos cuenta que transó, en mayor o menor medida, con todos los gobiernos hasta la fecha.

El problema es que el bochorno actual supera cualquier límite o decoro, como siempre. El primer negociado entre el Presidente y Elsztain se da cuando Milei usó el Hotel Libertador como una especie de cuartel de la Cosa Nostra, en el que entraban y salían políticos, empresarios y periodistas sin que haya registro de reunión alguna, cosa que en Olivos o en Balcarce 50 no podía pasar.

A cambio de ese favorcito -y de las relaciones con Jabad Lubavitch-, Javier le dio piedra libre a Eduardo para que haga lo que quiera: loteos a diestra y siniestra en todo el país, explotaciones mineras indeterminadas y un sinfín de regalos para el empresario en medio de un contexto de desregulación sin criterio y, como es obvio, despreciando e ignorando el ordenamiento jurídico. Podemos sumar a esa lista la designación de un empleado de Elsztain al frente de la Agencia de Administración de Bienes del Estado.

En resumen, Elsztain es una especie de monje negro con asistencia perfecta a todos los foros de Davos y bar mitzvahs que hay, con una red de influencias político-religiosas a lo largo del globo que le permite manejar, de maneras muy sombrías, los destinos de nuestro país. Hace 34 años nos está robando, ¿Cuánto más vamos a esperar?

(*) Influencer, analista político y columnista de CódigoBAIRES

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