La Bahía de Samborombón: una joya bonaerense de importancia mundial
El accidente geográfico que une más de seis localidades costeras bonaerenses se considera de interés internacional desde 1997. ¿Qué hay en él y por qué tiene tanto valor?

Cada 2 de febrero, se conmemora a nivel internacional el Día de los Humedales. Este tipo de ecosistemas son considerados de los más valiosos de la Tierra, indispensables para la sociedad y la naturaleza por su función como moderadores climáticos, fuente de alimento y agua y hábitat de numerosas especies de flora, fauna y comunidades humanas.
Esta fecha recuerda la firma del Convenio de Ramsar en 1971. El tratado intergubernamental apunta a conservar y hacer uso racional de los humedales del mundo con el objetivo de revertir una preocupante tendencia de pérdida de este tipo de superficies. "A pesar de su importancia, los humedales están desapareciendo tres veces más rápido que los bosques, con una pérdida mundial del 35 % desde 1970", aseguran las organizaciones asociadas para dar cumplimiento al acuerdo.
Uno de los humedales más extensos de toda la Argentina se encuentra en la provincia de Buenos Aires. Se trata de la Bahía de Samborombón, que ocupa una extensión de 243.965 hectáreas y abarca los partidos de Magdalena, Chascomús, Castelli, Tordillo, General Lavalle y Municipio Urbano de la Costa. Desde el 24 de enero de 1997, se considera uno de los sitios Ramsar.
¿Cuál es el valor de la Bahía Samborombón?
La inmensa franja terrestre y de mar que conforman la Bahía de Samborombón es un sitio esencial para la biodiversidad regional y global. Allí se albergan reservas naturales públicas naturales, provinciales y municipales, y una numerosa red hemisférica de aves playeras.
El 10% de la población mundial del playerito canela o Calidris subruficollis, por su nombre científico, habita en este accidente geográfico. Se trata de una pequeña ave migratoria, castaña, de patitas amarillas que fascina a fotógrafos y aficionados por el turismo natural. También se encuentra el venado de las Pampas, una de las especies en peligro de extinción más amenazadas de la Argentina.
Además, la zona es de gran importancia para la producción ganadera y agrícola. En los alrededores del humedal hay cultivos de soja, trigo, avena, maíz, sorgo y girasol. Esto se debe a que los espacios son propicios como suministro de alimento y agua; sin embargo, uno de los riesgos que enfrentan hoy en día es la contaminación y la circulación de químicos nocivos para la salud, como las sustancias tóxicas que contienen algunos fertilizantes y herbicidas.
¿Sabías que… ??
— Fundación Vida Silvestre ?? (@Vida_Silvestre) May 3, 2022
? Hasta principios del siglo XX el #venadodelaspampas era uno de los #mamíferos más abundantes y característicos de los pastizales del norte y centro de #Argentina ??. pic.twitter.com/E3fu4kW5IN
Su función como moderador climático, característica de los humedales, también lo vuelve esencial para la autoregulación del sistema. La vegetación, principalmente herbácea, y los sedimentos contribuyen a la regulación hidrológica, es decir, de las cantidades de agua contenidas por el terreno: regulan el oleaje, retienen el exceso de agua y la recargan en acuíferos, beneficiando a las aves, insectos y otros seres vivos que los habitan.
El agua que pasa por los humedales tiene mejor calidad que la que se amontona, por ejemplo, en zonas desforestadas, ya que drenan el líquido separándolo de los sedimentos, nutrientes y otros contaminantes que pudo haber acumulado.
Los humedales en la actualidad
A pesar de la importancia de estos sitios, al día de hoy la Argentina todavía no cuenta con suficientes herramientas de políticas públicas para gestionar la conservación de los humedales, a favor de preservar la biodiversidad y la adaptación climática.
El proyecto de Ley de Humedales, que hace unos años tomó impulso en el debate legislativo, perdió vigencia en la agenda actual en sintonía con el avance de beneficios para las actividades extractivistas, como la minería o la ganadería tradicional. Además, el país atraviesa un duro recorte de los presupuestos mínimos para el cuidado del hábitat natural y una reducción de políticas destinadas a la gestión con perspectiva ambiental, que tomó su máxima expresión en disolución del Ministerio de Ambiente nacional a inicios de la nueva gestión para ser absorvido por el de Interior.
La escasez de políticas públicas y la desigualdad social siguen contribuyendo al deterioro de estas zonas, de gran valor para mitigar las consecuencias de catástrofes socioambientales, como los incendios en períodos de sequía y las inundaciones posteriores a lluvias y tormentas de gran intensidad.