El caso de los rugbiers franceses: Un proceso judicial en constante cambio
En su Columna Judicial, el abogado penalista Gonzalo Escaray analizó el controvertido caso de los rugbiers franceses acusados de abuso sexual en Mendoza, destacando las contradicciones en las pruebas y los testimonios.
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En esta nueva edición de su Columna Judicial, Gonzalo Escaray, abogado penalista, profundizó en un caso que captó la atención tanto de la prensa como del ámbito judicial: la acusación de abuso sexual contra dos rugbiers franceses en Mendoza. Este caso, que dio lugar a un extenso debate sobre los procesos penales y las pruebas presentadas, ilustra la complejidad y dinamismo de los casos judiciales.
Escaray comenzó señalando: "Es un tema que es muy interesante para charlar e ir desmenuzando porque nos demuestra lo dinámico que son los procesos penales y cómo puede ir cambiando la información judicial y a la vez periodística". El caso en cuestión ocurrió el 7 de julio en Mendoza, cuando dos rugbiers franceses, tras un partido con la Selección, conocieron a una joven en un boliche. Según la denuncia, lo que comenzó de manera consensuada en el boliche cambió drásticamente en el hotel, donde la joven fue "obligada a mantener relaciones sexuales, abusada mediante violencia".
Los rugbiers estuvieron detenidos inicialmente debido a las lesiones encontradas en el cuerpo de la víctima. "En un primer momento se ordenó la detención de los rugbiers por estas pruebas", explicó Escaray, haciendo referencia a las pericias médicas que mostraron hematomas en el cuerpo de la denunciante. Sin embargo, a medida que avanzó la investigación, la defensa de los acusados fue introduciendo nuevos elementos que llevaron a su liberación bajo fianza. "En este caso se otorgó la libertad y se les permitió volver a Francia, bajo una fianza de 5 millones de pesos cada uno", aclaró el abogado.
Un punto clave en el desarrollo del caso fue la pericia psicológica realizada sobre la víctima, la cual reveló contradicciones en su relato. "La última novedad es una pericia psicológica en la cual se reflejan ciertas contradicciones en el relato que hizo en la denuncia con respecto a cómo están enunciados los hechos y las pruebas que presenta", afirmó Escaray, remarcando la importancia de estas pericias en el proceso.
La defensa argumenta que la relación fue consensuada, incluida la violencia, y plantean que la víctima padece el Síndrome de Von Willebrand, una enfermedad que facilita la aparición de hematomas. "Parte de la argumentación de la defensa es un juego sexual, consentido y con violencia también consensuada", explicó el penalista, añadiendo: "Hay una enfermedad que tiene la víctima que favorece la existencia de hematomas".
Otro elemento importante son las cámaras del hotel, que muestran a la mujer ingresando voluntariamente a la habitación, así como el testimonio del chofer que la trasladó luego del incidente, quien no notó nada extraño. "En las cámaras del hotel se puede observar que la mujer llega por su propia voluntad e ingresa a la habitación sin oponerse", añade Escaray, mencionando también que el chofer de Cabify "relata que tampoco vio nada extraño, no la vio angustiada".
Finalmente, el abogado concluyó con su pronóstico sobre el futuro del caso. Aunque reconoce la posibilidad de que el caso vaya a juicio, advierte sobre la falta de pruebas contundentes. "Hoy realmente veo muy difícil que sean condenados con las pruebas existentes. Yo creo que, con las pruebas existentes, lo más seguro es que termine en un sobreseimiento, aunque falta un juicio de por medio", anticipa.
Este caso, que inicialmente parecía claro a favor de la denunciante, ha dado un giro inesperado, demostrando cómo los procesos penales pueden cambiar a medida que nuevas pruebas y testimonios salen a la luz.