El Proceso de reemplazo
Carlos Sortino (*) se adentra en las lógicas de la construcción política desde una perspectiva militante y desarrolla una serie de conceptos que se ponen en juego en momento de necesaria reconstrucción de los diferentes partidos
Creo que no hace falta poner en contexto, así que vamos al grano:
1. Tu dirigencia política es la que vos supiste construir con tus acciones y omisiones. Si no te satisface, no te quejes: Hacé algo para reemplazarla. Pero si querés resultados distintos, no hagas lo mismo que ella ni te permitas seguir haciendo lo mismo que ya hiciste. Recordá que ella está allí, decidiendo por vos, porque vos estás allí, obedeciendo, aun cuando no te guste.
2. Hay alternativas: irse, por ejemplo, y generar una nueva construcción política. Porque la unidad a cualquier precio no es unidad: es absorción. Y se ubica en la línea de sentido común que identifica gobernabilidad con impunidad. Pensemos, entonces, que reproducir la lógica del sentido común es también reproducir el sentido común, en tanto herramienta de dominación ideológica.
3. No estoy pretendiendo que todos los militantes se rebelen y abandonen sus organizaciones políticas de pertenencia. Muchos están conformes en ellas y hay también quienes, aún disconformes, evalúan políticamente que no es oportuno ni conveniente debilitar su espacio, por lo que avanzan en la discusión interna, no la hacen pública y aceptan sus resultados, precisamente a instancias de aquella Evaluación Política. Esto es más que saludable y merece nuestro respeto.
4. Para ser "orgánicos" dentro de una organización política, no sólo hay que formar parte de ella, sino, fundamentalmente, sentirse parte de ella. En tal caso, para nosotros, ser “orgánico" no significa ser verticalista, sino discutir todo entre todos y arribar a decisiones compartidas. Si no se logran decisiones compartidas, entonces hay que acatar la voluntad de la mayoría, siempre que esta mayoría tenga la capacidad de contener, de algún modo, a la minoría. Si esto tampoco ocurre, entonces hay que irse y empezar de nuevo. O aceptar sin quejas.
5. El campo de la política, así como todos los campos en que se organizan las relaciones sociales, está subordinado a la lógica del interés. No podemos decir de tal o cual conducta que es buena o es mala. Podemos decir que persigue tales o cuales intereses, lo que implica tales o cuales beneficios probables para tales o cuales sujetos sociales y tales o cuales perjuicios probables para tales o cuales otros sujetos sociales.
6. En estos conflictos (necesarios e ineludibles) solemos tomar posición a favor de unos u otros, según nuestros propios intereses (políticos, económicos, ideológicos, etc.), aunque lo admitimos muy poco y lo enmascaramos tras la lógica de "lo bueno" y de "lo malo". Ocurre que "lo bueno" y "lo malo" pertenecen al campo de la moral, no al campo de la política, y, en todo caso, quien quiera utilizar esa lógica podrá hacerlo una vez agotada la lógica anterior.
7. Traslado estas consideraciones, con las adaptaciones necesarias, a "la ciudadanía insatisfecha", cuya esperanza está "colgada" de alguna representación política que no vislumbra o cuyo sentido común ya está ganado por el derrotismo del famoso axioma "son todos iguales". El centro de la cuestión es el mismo. Si tu representación política no te satisface, no te quejes: hacé algo para reemplazarla.
8. La historia de la humanidad nos muestra que no hay Revolución sin poder instituyente demoliendo al poder instituido, para que luego, cuando el poder instituyente ya se haya convertido en un nuevo poder instituido, el proceso de reemplazo comience una vez más. No alcanza con negar la autoridad, con cuestionar al aparato político: hay que reemplazarlo. Y no con un simple cambio de nombres, sino con una transformación profunda en lo político-ideológico.
9. Esto vale para cualquier tipo y tamaño de organización, cuyo centro de gravedad es quién o quiénes toman las decisiones y cómo lo hacen. La conmoción de este núcleo fundamental nunca fue pacífica. Ni lo es ni lo será. Porque se trata del Poder, cualquiera sea su dimensión.
10. Claro que hay otras interpretaciones posibles, también ellas respetables. Nosotros nos quedamos con esta, que esclarece Nuestra Conducta y no tiene pretensión de validez universal.
11. Desde esta concepción es que parimos hace pocos años Compromiso y Participación (COMPA), un partido político emergente en La Plata, que asumió la tarea de abocarse a la construcción de una alternativa deseable, creíble y posible de poder político en nuestro terruño, siempre desde el proyecto nacional y popular que representó durante doce años y medio el Frente para la Victoria, pero con la sana pretensión de radicalizarlo, superarlo, erradicar corruptelas y sacarnos de encima a los estrategas de la derrota. Aún no lo hemos logrado…
(*) Militante de Compromiso y Participación (COMPA), de La Plata.