Alberto destacó los medidores de CO2 que produce la Universidad de Hurlingham
El presidente Alberto Fernández visitó la Universidad de Hurlingham, donde recorrió las instalaciones del taller que produce los medidores de dióxido de carbono (CO2) 'Aire Nuevo' para lugares cerrados, dispositivos que permiten detectar y disminuir riesgos de contagio de Covid-19 en establecimientos escolares.
"Nosotros tenemos que ser capaces de construir nuestra propia tecnología", expresó el jefe de Estado en la visita que realizó este mediodía a la casa de altos estudios y agregó que "para que lo logremos, la educación pública es central" y sostuvo que "no hay mejor inversión que podamos hacer que invertir en la educación de nuestra gente".
El Presidente se interiorizó sobre la producción de los medidores, que está a cargo de estudiantes y profesores de las carreras de Diseño Industrial, Ingeniería Eléctrica e Ingeniería Informática, y dijo que "la universidad pública dio todos nuestros premios Nobel y sigue teniendo emprendedores, científicos, técnicos capaces de desarrollar un aparato como ese".
En ese sentido, afirmó que "esto le puede servir a miles, a millones, esto puede servir para una escuela, pero también puede servir para las oficinas públicas, para los lugares donde están nuestros abuelos, los geriátricos, y para las fábricas".
"Esto lo hicieron ustedes, porque el Estado les abrió las puertas de una universidad donde poder encontrarse y desarrollarlo", destacó el jefe de Estado.
Los medidores de dióxido de carbono sirven para establecer el CO2 como un indicador de la ventilación, y así controlar si hay suficiente renovación de aire en aulas, salones y demás espacios comunes en las escuelas.
Se trata de una herramienta para ayudar a reducir los riesgos y así evitar contagios, ya que permiten brindar información en tiempo real sobre las necesidades de ventilación en cada una de las aulas o salones de los establecimientos educativos.
El aparato se conecta a una batería similar a la de un teléfono y se coloca a 1,5 metro de altura, lejos de las aberturas, y está diseñado para que suene una alarma cuando supere las 800 partículas por millón, límite del aire respirado en un espacio en función del CO2.